Para mí la historia es una rueda, la inconsistencia es mi esencia dice la rueda, súbete a mis ruedas, si quieres, pero no te quejes cuando te lance a los abismos, los buenos tiempos pasan, pero también los malos, la mutabilidad es nuestra tragedia y también nuestra esperanza, los peores tiempos y también los mejores siempre están pasando

Boecio

lunes, 12 de julio de 2010

EL CINE: UN GRAN APARATO IDEOLÓGICO DEL ESTADO

El capitalismo siempre se ha hecho de diferentes aparatos ideológicos para reproducir las condiciones que le dan vida, a lo largo de la historia de este modo de producción estos aparatos se han ido modificando: algunos han perecido y otros se han ido sofisticando. Este es el caso del cine, que ya desde hace muchos años había sido utilizado como aparato ideológico tanto informativo como cultural, es solo cuestión de recordar a autores como Sergei M. Eisenstein o Leni Riefenstahl quienes hicieron del cine una verdadera herramienta de propaganda política.

Pero no es hasta esta época donde la mundialización inducida se encuentra casi en su cúspide homogenizando por completo la cultura de consumo en el mundo, donde el cine, y en especial el de Estados Unidos, se ha convertido en una poderosísima herramienta de educación y dominación cultural, en un verdadero titán de los aparatos ideológicos de la ideología dominante que tiene por claro fin la reproducción de la fuerza de trabajo, la cual: “no solo exige una reproducción de su calificación, sino, al mismo tiempo, la reproducción de la sumisión de los trabajadores a las reglas del orden establecido, es decir, la reproducción de su sumisión a la ideología dominante, y una reproducción de la capacidad de los agentes de la explotación y de la represión para manipular la ideología dominante a fin de asegurar, también “por la palabra” la dominación de la clase dominante”.[1]

El cine norteamericano[2] se ha ido introduciendo en la vida de casi todos los países del mundo desde mediados del siglo XX cuando Estados Unidos se coronó como nuevo campeón del mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial. Poco a poco y de forma muy sigilosa fue permeando todos los aspectos de la vida de sus pobladores: comportamiento, consumo, gustos, lenguaje, formas de vestir, etc.

Un muy buen ejemplo de esto lo podemos ver en México con la película “una familia de tantas” de Alejandro Galindo, en donde se muestra el choque cultural entre la vieja familia, sus usos y costumbres y el novedoso “american way of life”, donde los viejos valores ya no tiene cabida frente a las novedosas y atractivas formas de conducta (al igual que la escoba ya no tiene lugar frente a la revolucionaria aspiradora) que “liberan” a los individuos de sus antiguas ataduras y les permiten vivir nuevas y excitantes experiencias como la libertad de elegir pareja o el consumo de nuevos y brillantes aparatos electrodomésticos.

Así y desde mediados del siglo XX el cine ha sido una herramienta utilizada por el imperio para imponer y reproducir su ideología, a manera de una invasión ha ido permeando al mundo entero con la visión del “american dream”, en donde la individualidad y la propiedad privada son los ejes temáticos ocultos (y muchas veces ni tan ocultos) de casi todas las películas norteamericanas, preponderando la gran contradicción de que ciertos individuos son más importantes para la sociedad que ella misma, que sin estos hombres la sociedad no podría salir adelante debido a ciertas crisis como terremotos, inundaciones, incendios, tornados, terroristas, alienígenas o monstruos. Esta visión impone la individualidad sobre la colectividad, dando a entender que la sociedad solo puede salir adelante gracias a ciertos hombres competitivos, feroces, eficientes y patriotas.

El cine norteamericano también impone una visión totalmente belicista de la realidad, en donde la única salida para una gran cantidad de problemas o circunstancias es la guerra frente a otros países. Es muy interesante ver que a través de este género de cine se suele poner como agentes hostiles en las películas a los enemigos actuales del imperio. Cuando la Unión Soviética existía James Bond y otra gran cantidad de superhombres no paraban de guerrear contra ellos en pro de la paz y la “tranquilidad mundial”, ahora que este otro imperio ha caído los nuevos enemigos que suelen aparecer en las películas de forma explícita o a veces encubierta son Corea del Norte, Bolivia y por supuesto Venezuela, la cual aparece como referencia en la última súper producción de Hollywood Avatar, en donde dos personajes al platicar hacen referencia hacia el pasado de cómo conquistaron Venezuela en una guerra.

Esta perspectiva belicista del escenario mundial retratada por el cine norteamericano[3] cumple tres funciones muy importantes para el desarrollo y perpetuación de la ideología dominante:

· primero, sacraliza la guerra como el mejor medio para relacionarse con otras naciones o grupos adversos al orden establecido que “amenazan” la vida y la seguridad fundamentalmente solo por ser diferentes, justificando la esencia de los aparatos represivos del estado: “el papel del aparato represivo del estado consiste esencialmente, en cuanto que aparato represivo, en asegurar por la fuerza (física o de otra especie) las condiciones políticas de la reproducción de las relaciones de producción (que en último término son relaciones de explotación)”.[4]

· Segundo, ayuda a identificar a los enemigos del statu quo mostrando sus costumbres bárbaras, incivilizadas y atroces además de su arraigada crueldad hacia la humanidad, estos seres humanos sólo por ser diferentes quedan plasmados ante los ojos del mundo como desalmados, sanguinarios e inhumanos, justificando íntegramente su homicidio y acostumbrando a los espectadores a la violencia y al asesinato, convirtiendo estos actos en algo cotidiano y aceptable.

· Tercero, justifica las actuales guerras que sostiene el imperio alrededor de todo el mundo mostrando que lo que hacen es por el bien de la humanidad y que lo único que buscan lograr es liberar a un pueblo de sí mismo para encaminarlos a hacia la democracia y la libertad.

Estas tres funciones que identifico muestran claramente como se relacionan los aparatos ideológicos con los aparatos represivos del estado en pro de la división mundial del trabajo, la reproducción de la fuerza de trabajo y por ende la reproducción del capital y de la ideología dominante.

Pero el cine también cumple otra función, una función de tipo formativa y educativa en cuanto a valores, costumbres y usos. En nuestro actual mundo globalizado en donde los conceptos de eficiencia, competencia y trabajo se han llevado a su máxima expresión, en donde la descomposición familiar reina en una gran cantidad de hogares, la televisión se ha convertido en el nuevo salón de clases de una gran cantidad de individuos.

Desde muy pequeños los seres humanos son puestos frente al televisor para que no den lata, esta televisión cada vez se encuentra más llena de programación y películas norteamericanas las cuales de forma repetitiva, monótona y constante bombardean a los pequeños (y luego ya no tan pequeños) con una serie de valores y comportamientos que poco a poco van haciendo suyos, al igual que en la escuela: “cuando la educación es paciente y continua, cuando no busca los éxitos inmediatos y aparentes, sino que insiste con lentitud en un sentido bien determinado, sin dejarse desviar por los incidentes exteriores y las circunstancias adventicias, entonces dispone de todos los medios necesarios para impresionar hondamente las almas”[5]. Estas almas quedan totalmente seducidas de forma irresistible por todo este nuevo mundo de colores y fines felices, que con solo apretar un botón comenzamos a practicar un ritual de reconocimiento ideológico que nos inunda con mentiras, las cuales supuestamente nos garantizan que somos sujetos concretos, individuales, inconfundibles e irremplazables,[6] en pocas palabras totalmente rentables, utilizables y desechables para la clase dominante.

Por si no fuera poco, este aparato ideológico se ve sumamente fortalecido por la piratería, la que es atacada por “inmoral y perversa” por los grandes consorcios, pero que en realidad se ha presentado como el mejor y más barato medio de difusión cultural cinematográfica. Gracias a la piratería muchísima más gente tiene acceso al cine, además este ya no presenta costos en cuanto a difusión, transporte o producción (ya sea en capital fijo o variable), todas estas tareas ahora están a cargo del trabajo informal, el cual difunde casi en cada esquina DVD´s cargados de un alto contenido ideológico que busca reproducir la injusta sociedad en la que vivimos.

Sin duda alguna el cine se ha convertido en una institución precisa y especializada que ayuda a reproducir la ideología que Estados Unidos impone a lo largo y ancho del mundo, buscando un único resultado: la homogeneidad en todos sus aspectos, esto mediante una industria cultural que no necesita de la violencia física para que todos nosotros caminemos en un mismo sentido: “los sujetos “avanzan” y avanzan solos en la inmensa mayoría de los casos, (…) la inmensa mayoría de los sujetos camina bien, camina “por si misma” es decir, mediante la ideología. Se insertan en las prácticas, gobernadas por los rituales de los aparatos ideológicos del estado. Reconocen el estado de cosas existentes, reconocen que “las cosas son así y no de otro modo””[7]. De este modo el cine sin darnos cuenta nos desmotiva completamente a través de ricas y emocionantes sensaciones de que el orden imperante no puede, bajo ningún pretexto, ser cambiado.

Yo no respaldo la idea de dejar de ver cine, sino todo lo contrario, es importante verlo ya que no todo es cine homogenizante, hay una gran cantidad de cine sumamente valioso y enriquecedor que nos permite vivir experiencias que están fueran totalmente de nuestro contexto y que nos abren puertas totalmente maravillosas. Pero por lo que si abogo es por ver cine critico y de una manera crítica para no ser engañados y poco a poco poder exigir una mejor calidad en el séptimo arte.



[1] Louis Althusser, “ideología y aparatos ideológicos del Estado (notas para una investigación)”, en la filosofía como arma de la revolución, Siglo XXI, México, 1989, p. 185.

[2] Utilizare como ejemplo en el ensayo el cine de Estados Unidos, porque es la industria cinematográfica-cultural con más influencia en el mundo, además de ser el cine del imperio y de la ideología dominante vigente.

[3] A mi parecer está muy mal retratada ya que siempre se muestra el asesinato como al heroico, el genocidio como algo aceptable que no presenta problemas para quien lo realiza, además se trata la guerra de forma totalmente maniquea y como algo tan simple como un juego de niños en donde los “daños colaterales” son totalmente justificables y entendibles.

[4] Louis Althusser, op. Cit., p. 192.

[5] Emile Durkheim, “educación y sociología”, Ediciones Península, Barcelona, 1975, p. 93.

[6] Louis Althusser, op. Cit. 204.

[7] Ibíd., pp. 204-205.