Para mí la historia es una rueda, la inconsistencia es mi esencia dice la rueda, súbete a mis ruedas, si quieres, pero no te quejes cuando te lance a los abismos, los buenos tiempos pasan, pero también los malos, la mutabilidad es nuestra tragedia y también nuestra esperanza, los peores tiempos y también los mejores siempre están pasando

Boecio

lunes, 4 de abril de 2011

El barrio como bastión de resistencia urbana

Introducción

En este ensayo pretendo abordar la idea de como el barrio a través de la resistencia a lo ajeno, genera identidad en aquellos que viven en él. El barrio es un espacio muy concreto que ha existido a lo largo de la historia y que ha constituido, en la mayoría de los casos, un espacio fundamental para la formación, la práctica y el ejercicio de la identidad individual y colectiva.

Esta identidad que genera el barrio se arraiga y refuerza a través de la resistencia a aquello que es externo y diferente al barrio, aquello que pretende transformar lo cotidiano y romper el equilibrio. Esta resistencia organizada o no, colectiva o individual, tiene por fin mantener los usos y costumbres que dan sentido y orden a la comunidad. Es cierto que siempre hay cambios (esencia de la historia), ¿Pero cómo es que estos cambios afectan al barrio?, ¿Transforman la esencia o solo lo superficial de estas comunidades?, ¿Hasta dónde los cambios son permitidos por la comunidad y hasta donde son impuestos?, ¿De qué manera participa el barrio en estos cambios?, ¿Cómo es que la resistencia afianza los vínculos comunitarios y refuerza la identidad?, estas son algunas de las preguntas que buscare contestar en este trabajo.

Tomare como ejemplo a lo largo del ensayo a Tepito, esto por dos razones: primero, por la visita que realizamos a ese barrio con el salón de clases, lo que me permitió ver un poco más cerca la cotidianidad del barrio y los procesos que allí se viven. Y segundo, porque es un barrio emblemático para nuestro tema de estudio en cuanto a estigma, resistencia e identidad, Tepito se ha caracterizado por ser un barrio bravo que nunca ha desistido en defender su espacio e identidad ya sea pasiva o activamente, cosa que es notablemente digna de mirar y analizar.

Para dar soporte teórico a mis argumentos retomare a los siguientes autores (que en más de una forma tocan el tema que pretendo desarrollar): De Certeau, Giménez, Goffman, Hernández y Soja. Autores de textos que fueron revisados en clase y que abordan uno de los temas esenciales del curso: la relación que existe entre el espacio físico y simbólico y la identidad.

Contexto histórico

El barrio sin duda es una de las formas de organización social y geográfica más viejas que ha conocido la humanidad. Fue seguramente a partir de la segunda revolución urbana[1] (cuando los asentamientos humanos fueron suficientemente grandes como para dejar de ser una tribu) cuando el barrio comenzó a cobrar forma de manera muy primitiva y a dar un lugar geográfico especifico a cada uno de los grupos que conformaban las incipientes ciudades. Esta nueva forma de organización se integro a partir del espacio urbano, entendiendo esto como un espacio diseñado y producido como expresión autoconciente de la cultura local y territorial, es decir, una zona simbólica que pretendía construir el territorio y la identidad de aquellos que vivían en él.

Esta segunda revolución urbana también dio origen a estructuras institucionales que permitían la continuidad política, económica y cultural, esto ocasiono que surgiera el fenómeno de la propiedad privada, fenómeno que más tarde dio origen a nuevos grupos sociales o clases sociales, las cuales se fueron ubicando geográficamente según su estatus social (comerciantes, financieros, militares, burocracia, clases marginadas, etc.). Así estos sitios comenzaron desde el principio como espacios de identidad, ya que aquellos que vivían en él compartían más que el puro lugar físico, así el barrio poco a poco fue abriéndose lugar en la historia como espacio de identidad y reconocimiento, en pocas palabras nacen los orígenes de nuestra actualidad.

El caso de México es muy peculiar, ya que los barrios que se originaron aquí son producto de la mezcla cultural entre los prehispánicos que se organizaban bajo la forma del calpulli y los españoles que impusieron su forma de organización en barrios a la usanza europea, lo cual significaba, principalmente, agruparse según la división social del trabajo. Esta mezcla dio origen a una forma muy peculiar de organización social y geográfica que en más de una forma persiste hasta nuestros días:

"El concepto de barrio ha tenido diversas acepciones; ya que en la época prehispánica significaba, entre otros aspectos, la división administrativa de las tierras de una comunidad, ejemplo de ello fue la gran ciudad de Tenochtitlán conformada por cuatro grandes barrios o calpullis: Atzacualco, Zoquiapan, Moyotla y Cuecopan.

La palabra calpulli, proviene del vocablo calli: casa, y pulli: agrupación de cosas semejantes, reafirmando el concepto de: casas agrupadas o vecindario. En la época virreinal el barrio se equiparaba con el arrabal miserable, con el vecindario central que alojaba vecinos con oficios artesanales o servidumbre, y con el vecindario indígena segregado en la periferia.

Hoy en día, un barrio es aquel territorio donde una comunidad urbana preserva tradiciones y costumbres, estableciendo nexos más profundos e importantes que van más allá de la simple relación vecinal, de la actividad artesanal o de la posición económica de sus habitantes. Por lo cual, un auténtico barrio se cataloga por la escala urbana que lo identifica por su arraigo, su identidad y cultura."[2]

Así el barrio en México surge desde su génesis como un espacio de resistencia, ya que la división geográfica del espacio físico tenia implícita una división racial y económica. Esta triple división fue generando poco a poco modos de sociabilidad activa y prácticas culturales muy específicas que dinero su identidad a cada barrio. Las prácticas culturales son de suma importancia para la conformación de la identidad, podría decirse que es uno de sus pilares. Como lo aclara De Certeau:

"Ésta es el conjunto más o menos coherente, más o menos fluido, de elementos cotidianos concretos (un menú gastronómico) o ideológicos (religiosos, políticos), a la vez dados por una tradición (la de una familia, la de un grupo social) y puestos al día mediante comportamientos que traducen en una visibilidad social fragmentos de esta distribución cultural, de la misma manera que la enunciación traduce en el habla fragmentos de discurso. Es "práctica" lo que es decisivo para la identidad de un usuario o de un grupo, ya que esta identidad le permite ocupar su sitio en el tejido de relaciones sociales inscritas en el entorno."[3]

Estas prácticas culturales orientadas a la resistencia de la discriminación, la violencia, el racismo y la explotación dieron origen en el naciente México a lo que más tarde serian los barrios bravos, barrios que no son violentos por naturaleza, sino que son violentos como respuesta a un orden social que los agrede y los explota. Así podemos entender porque el barrio es un espacio que da seguridad a quien lo habita, es una trinchera desde la cual se puede resistir o atacar aquello que se considera como hostil o intruso. El barrio se convierte en un espacio de conocimiento y reconocimiento que implica la adhesión a un sistema de valores y comportamientos que forman el carácter y la identidad de aquel que ocupa y comparte día a día ese espacio físico. Así el barrio es:

"Un dominio del entorno social puesto que es pará el usuario una porción conocida del espacio urbano en la que, más o menos, se sabe reconocido. El barrio puede entonces entenderse como esa porción del espacio público en general (anónimo, para todo el mundo) donde se insinúa poco a poco un espacio privado particularizado debido al uso práctico cotidiano de este espacio. La fijeza del hábitat de los usuarios, la costumbre recíproca derivada de vecindad, los procesos de reconocimiento —de identificación— que ocupan su sitio gracias a la proximidad, a la coexistencia concreta sobre un mismo territorio urbano (...) El barrio aparece como el dominio en el cual la relación espacio/tiempo es la más favorable para un usuario que ahí se desplaza a pie a partir de su hábitat. Por consiguiente, es ese trozo de ciudad que atraviesa un límite que distingue el espacio privado del espacio público: es lo que resulta de un andar, de la sucesión de pasos sobre una calle, poco a poco expresada por su vinculo orgánico con la vivienda (...) El barrio se define como una organización colectiva de trayectorias individuales; es la distribución, para sus usuarios, de lugares "de proximidad" en los cuales se encuentran necesariamente para satisfacer sus necesidades cotidianas."[4]

Es por estas características por lo que el barrio ha sido la unidad básica de organización urbana durante siglos, ya que es el lugar donde habitualmente se da una privatización progresiva del espacio público, una reapropiación de aquello que siempre fue propio. El barrio es hoy en día por excelencia una característica esencial del espacio urbano y pilar de su identidad, el barrio a su vez ha sido un espacio histórico en donde se ha desarrollado la resistencia a un estatu quo que busca avasallar a todos los individuos a través de la homogeneización, es en este sentido como desarrollare la idea de que el barrio como espacio de resistencia forja la identidad de los individuos.

El espacio barrió como formador de identidad

El espacio barrio sin duda es un lugar donde la identidad de los sujetos se forma y se afirma, en especial cuando se trata de barrios bravos, los cuales todavía tienen una integración comunitaria mas solida y en donde la solidaridad no ha sido tan disuelta por el individualismo feroz. Es este espacio, después de la familia, el más significativo para sumir roles y comportamientos que identificaran a los sujetos a lo largo de su vida. Pero esta identidad, su emergencia y su afirmación solo se dan en la medida en que chocan con otros sujetos o grupos, en otras palabras, con otras identidades: "La identidad no es un atributo o una propiedad intrínseca del sujeto. Sino que tiene un carácter intersubjetivo y relacional. Esto significa que resulta de un proceso social, en el sentido de que surge y se desarrolla en la interacción cotidiana con los otros. El individuo se reconoce a si mismo solo reconociéndose en el otro."[5] La mayoría de estos choques o encuentros de sujetos o grupos que resulta en la formación de la identidad, tienen el carácter de pelea o de resistencia según sea el balance de fuerzas, ya que siempre el espacio está en disputa entre grupos privados o públicos.

Es por eso que señalo que a través de la resistencia es como se afirma la identidad del barrio y los sujetos que allí viven, ya que la constante interacción con lo ajeno va a ser lo que afirmara lo propio. ¿Pero que es la resistencia?, la resistencia es:

"La obstinación de una voluntad que se niega a ser modelada y la intransitividad de una libertad que busca expresarse, una libertad que no quiere delegarse (...) esa búsqueda de los sujetos por escapar del control y de la vigilancia; resistencia que puede ser consciente o inconsciente, adoptar mil y una formas, ser fugaz o tenazmente duradera, ser activa, enfrentando al que ejerce el poder, o bien, pasiva e intentar salirse del juego; puede ser gregaria o solitaria, organizada o espontanea."[6]

Y es gracias a la resistencia, la cual empuja a la organización del barrio, que su identidad prevalece, como es el caso de Tepito donde han prevalecido identidad y costumbres, no obstante los diferentes y continuos embates de los diferentes gobiernos y los agentes externos que buscan transformar aquello que en el barrio se ve como lo cotidiano.

A este proceso podemos agregarle otro elemento que afianza aun más lo antes mencionado, este elemento es el estigma[7]. El estigma es un proceso que diferencia a aquellos que no empatan con el statu quo y los aísla de la sociedad, son etiquetados como diferentes y peligrosos alrededor de una ideología que explica su inferioridad y su salvajismo. Pero este estigma también es un cohesionador de la identidad y un mecanismo de defensa: "en la ciudad existen comunidades residenciales cabalmente desarrolladas -étnicas, raciales o religiosas- que cuentan con una elevada concentración de personas tribalmente estigmatizadas (...) De esto se desprende que una categoría puede funcionar para favorecer entre sus miembros el establecimiento de relaciones y formaciones grupales".[8] Relaciones y formaciones más solidas que buscan defender lo propio, tanto el espacio físico como los que viven en él. Este es el caso de Tepito, tanto dentro como fuera de ese barrio, el estigma de tepiteño es un mecanismo de defensa, ya que si nos encontramos en la calle con alguien y por cualquier situación se genera un inconveniente solo falta que el individuo (previo reconocimiento visual) diga: "¡soy de tepis puto! ¿qué tranza?", para que nosotros nos demos la vuelta y aceleremos el paso tratando de dejar esa amenaza atrás. Es lo mismo a nivel del barrio, uno no se mete en ese barrio y con ese barrio debido a la amenaza que representa, así el estigma es un mecanismo de seguridad y de cohesión que identifica a ciertos grupos y les permite interactuar con su medio de una forma más autónoma.

Hay otro elemento importante que hay que recalcar, la identidad no es estática:

"Pese a su relativas consistencia la identidad -y particularmente la identidad colectiva- no debe concebirse como escancia inmutable, sino como un proceso activo y complejo históricamente situado y resultante de conflictos y luchas. De aquí su plasticidad, su capacidad de variación, de reacomodamiento y de modulación interna. Las identidades emergen y varían con el tiempo, son instrumentalizables y negociables, se retraen o se expanden según las circunstancias y a veces resucitan."[9]

Es por esta cuestión que a pesar de las continuas embestidas por parte del orden establecido, que busca homogenizar a toda la sociedad, ciertos barrios y poblaciones resisten de forma muy ejemplar y mantiene sus usos y costumbres debido a su capacidad de transmutarse a favor de mantener aquello que ellos valoran. A pesar de esto, hoy en día, las identidades locales se encuentran en gran peligro debido a la gran fuerza de homogenización que conocemos como globalización.

El barrio en peligro

Los barrios siempre han tenido una identidad propia y una forma continua de resistir a aquello que viene de fuera, pero es actualmente cuando los barrios (y en especial los del tercer mundo) se han visto más amenazados que nunca. Hoy en día los barrios (así como cualquier otro espacio urbano) se han visto profundamente afectados por la cuarta revolución urbana[10] o lo que comúnmente es conocido como globalización. Este complejo proceso que ha tenido como principales consecuencias la transformación de la cultura, la sociedad, la economía, la división del trabajo, la representación de la identidad, la distribución geográfica mundial, etc. está cambiando el mundo y principalmente a las ciudades de forma radical.

La globalización esta remodelando el espacio urbano a través de los grandes flujos globales de inversión de capital y la excesiva migración de trabajadores, transformando las relaciones locales entre el capital y el trabajo y redefiniendo las identidades de clase y las divisiones urbanas con relación al trabajo, teniendo como resultado una estratificación social y un espacio urbano mas polarizado y fragmentado, en pocas palabras la ciudad crece como un enorme espacio de contradicciones.

Pero la globalización no es solo un proceso de arriba hacia abajo que organiza todo según los preceptos y necesidades de los grandes capitales, sino también es un proceso que opera de abajo hacia arriba reterritorializando el espacio, esto es una resistencia al proceso de globalización por parte de los individuos y las colectividades que tiene por fin reconstruir su propio comportamiento territorial y cultural, la globalización también reafirma el poder de lo local dando espacio a que las condiciones urbanas pueden llegar a ser modificadas a través de la acción social coordinada o la insurgencia urbana[11].

En este sentido Tepito es un excelente ejemplo, ya que a pesar de que el barrio está inscrito en una de las más fuertes dinámicas nacionales de venta de mercancía producida globalmente y por la sociedad del espectáculo[12]; en pocas palabras los nuevos circuitos comerciales (piratería y todo aquello que se produce en China), la identidad del barrio sigue sobre su gran pedestal y la gran mayoría de sus pobladores, aprensivamente, defendiéndola. Es cierto que se han generado cambios al interior de la dinámica de convivencia del barrio a lo largo de los años, estos cambios originados por la venta de nuevos productos o servicios, arribo de nuevas modas, llegada de nuevos pobladores, surgimiento de nuevas formas de trabajo, empoderamiento del crimen organizado, etc. todo aquello que trae consigo la globalización y que poco a poco va transformando las relaciones laborales, familiares, etc., pero lo fundamental siguen intacto: la defensa del barrio, y es a través de la defensa del barrio como se afirma su identidad.

En Tepito como en cualquier otro barrio la fuerza de los vínculos comunitarios y familiares aumenta en períodos en los cuales existen amenazas externas, la fuerza colectiva para sustentar una cierta pertenencia e identidad se intensifica ante situaciones que amenazan a la comunidad, estas amenazas pueden ser desde un nuevo producto hasta los cuerpos policiacos que buscan penetrar el barrio. Es por eso que en especial los barrios bravos se han caracterizado por su combatividad a la hora de defender su territorio, sus valores y su identidad. Pero el caso de Tepito es muy curioso ya que a pesar de la existencia de una brava resistencia, este barrio no se ha cerrado al progreso y la modernización, es más, en cierto sentido Tepito es un centro de modernización para la capital y el país por las cosas que vende y la información que allí se puede encontrar.

¿Pero cómo es posible que Tepito haya podido concentrar esas fuerzas tan contradictorias (el desarrollo modernizador y el poder y resistencia local) a su favor? yo creo que una de las principales respuestas estaría en lo siguiente:

"Cuando el pueblo es protagonista del cambio, actor directo de los procesos de modernización, autónomo en sus decisiones, las transformaciones que le convienen son aceptadas (...) Y es tal vez la capacidad de apropiarse y asimilar las influencias externas y hacerlas parte de su repertorio cultural lo que ha hecho posible que el pueblo cambie sin perder de vista el núcleo duro de su identidad colectiva (...) Es previsible entonces que, en el futuro, cualquier acción externa que pretenda atentar en contra del patrimonio natural o cultural de la comunidad enfrentará a un pueblo politizado y convencido de que es posible ganar otras batallas".[13]

Yo creo que esta es la esencia de la fuerza de barrios como Tepito, cuando el barrio es participe activo en el sentido de los procesos de cambio, el barrio toma aquellas cosas que le benefician y desecha aquellas que atentan contra él, generando un proceso continuo de fortalecimiento y apropiación de lo ajeno, esto permite integrar nuevos elementos que actualizan la convivencia y supervivencia del barrio. Como mencionaba anteriormente, es cierto que esta apertura genera ciertos cambios, cambios que son infranqueables y que generan poco a poco la transformación de ciertos hábitos (ya que es muy claro que otros son muy difíciles de torcer como podrían ser ciertas formas de comer y de relacionarse con los distintos actores del barrio) pero la esencia de la identidad del barrio sigue intacta: la defensa del barrio, lo que permite a los individuos la continuidad de la vida colectiva cotidiana mediante el contrato social que permite la convivencia y la cohesión social.

Conclusiones

Para poder analizar a profundidad al barrio como espacio generador de identidad, hay toda una serie de categorías que me faltaron por analizar, categorías como el lenguaje, la costumbre, la memoria histórica, la vida ritual, etc. este ensayo fue un mero ejercicio de algunos planteamientos que surgieron a lo largo del curso y dentro de este ejerció planteo las siguientes conclusiones.

Sin duda alguna el barrio sigue siendo en nuestra actualidad un pilar de la identidad y su ejercicio, pero también es cierto que el barrio se encuentra en una situación que amenaza la continuidad de su existencia, esto debido a las consecuencias que ha traído consigo la globalización. Entre ellas la redefinición del espacio urbano, como es el caso de Tepito, que se ve actualmente amenazada por la especulación inmobiliaria desatada por la numerosa venta de espacios-habitación en el centro histórico.

Es importante también mencionar que el barrio no es un espacio maniqueo, donde las cosas son buenas o malas y sus actores sociales son buenos o malos, en cierto sentido el barrio es como un pueblo (pueblo chico infierno grande) y dentro del ocurren tanto cosas muy positivas como muy negativas, al interior de los barrios existen divisiones, rivalidades y desacuerdos entre los diferentes grupos o actores sociales, todas estas problemáticas desatadas por luchas de poder o de espacio, pero estas luchas son más evidentes y relevantes en los momentos en que se vive en una relativa calma, ya que cuando viene momentos difíciles debido a amenazas externas, el barrio se hace uno congregado alrededor de un propósito común. En Tepito estos ejemplos sobran solo es cuestión de ver como la comunidad se cohesiona cuando un contingente de policías busca entrar al barrio para decomisar mercancía.

Lo que me queda claro es que el barrio sigue siendo una comunidad muy determinada que expresa sus anhelos de autogestión y autonomía de forma muy contundente, desde la resistencia individual desorganizada hasta la insurgencia urbana, estos elementos hablan de la fuerte identidad cultural que sigue existiendo en los barrios, los cuales siguen siendo un referente de una comunidad en resistencia que defiende sus tradiciones y sus espacios físicos, el reto que tiene que afrontar los barrios actualmente es como adaptarse a los cambios históricos y sociales sin perder su cultura local.

Bibliografía

· CONCHEIRO, L; PÉREZ, C. Tepoztlán Hoy: Perspectivas. En: Ciclo de Conferencias Tepoztlán en la historia. Tepoztlán, Morelos, 4 de diciembre de 2010.

· DE CERTEAU, Michel. La invención de lo cotidiano 2. Habitar y cocinar, UIA, México, 1999.

· GARCÍA, María Inés. Foucault y el poder, UAM-X, México, 2010.

· GIMÉNEZ, Gilberto. "La identidad social o el retorno del sujeto en sociología", en Versión, UAM-X, México, núm. 2 abril 1992.

· GOFFMAN, Erving. Estigma, Amorrortu, Buenos Aires, 2010.

· HERNÁNDEZ, Alfonso. "Toponimia de Tepito y Origen del barrio bravo" en http://www.barriodetepito.com.mx/detodo/historia%20del%20barrio/altr.htm (vi: 1 de diciembre de 2010)

· SOJA, Edward W. Postmetropolis: Estudios Críticos Sobre Las Ciudades Y Las Regiones, Oxford, Estados Unidos, 2000.



[1] Edward W. Soja, Postmetropolis: Estudios Críticos Sobre Las Ciudades Y Las Regiones, Oxford, Estados Unidos, 2000, capitulo 2.

[2] Alfonso Hernández H., "Toponimia de Tepito y Origen del barrio bravo" en http://www.barriodetepito.com.mx/detodo/historia%20del%20barrio/altr.htm (vi: 1 de diciembre de 2010)

[3]Michel De Certeau, La invención de lo cotidiano 2. Habitar y cocinar, UIA, México, 1999, pp. 7-8.

[4] ibíd., pp. 8-13.

[5] Gilberto Giménez, "La identidad social o el retorno del sujeto en sociología", en Versión, UAM-X, México, núm. 2 abril 1992, p. 188.

[6] María Inés García Canal, Foucault y el poder, UAM-X, México, 2010, p. 38.

[7] ver sobre el tema en: Erving goffman, Estigma, Amorrortu, Buenos Aires, 2010.

[8] ibíd., pp. 38-39.

[9] Gilberto Giménez, op. cit., p. 201.

[10] Edward W. Soja, op. cit,. capitulo 7.

[11] Loc. Cit.

[12] No hay que olvidar que en Tepito hay más de 10 mil unidades económicas en 36 calles. (fuente: Alfonso Hernández H.).

[13] CONCHEIRO, L.; PÉREZ, C. Tepoztlán Hoy: Perspectivas. En: Ciclo de Conferencias Tepoztlán en la historia. Tepoztlán, Morelos, 4 de diciembre de 2010.